sábado, 12 de mayo de 2012

Sonríe.

Sonríe, joder cuando sonríe. Ella sonríe, y puede que después de todo valga la pena haberse levantado hoy. Sonríe y noto como las comisuras de mis labios tímidamente la imitan, se me rajan las mejillas de tanta vida, puede que llegue hasta las orejas el camino de su felicidad. Sonríe y sabes que todo va bien, que el cielo es azul -como sus ojos- y que pase lo que pase no se van a caer las estrellas. En su sonrisa encaja los cuatrocientos cuarenta y cuatro páginas de una novela de amor, un helado de caramelo y una ducha fría en una tarde de verano. Hoy sin darme cuenta ella ha vuelto a sonreír, mi corazón ha vuelto a derrapar por sus labios y sí, otra vez, me quedo aquí con esta carita de tonta que solo me la quita su boca.

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