jueves, 20 de diciembre de 2012

Amores a contrarreloj

Que sé que tienes amores a puñados, que algunas son de las que te llaman al timbre y cuando bajas no hay nadie en el portal, que otras son de las que un día te reciben con besos y al siguiente con gritos. Que a otras se les olvida acariciarte por las noches, te llevan rosas rojas a diario, y otras muchas te mandan cartas anónimas sin acabar. Algunas creen que te gusta que te lean poesía escrito por otros, que habla de otros labios y otro amor. Otras no entienden por qué te entristece tanto despertarte sola en domingo, no duermen desnudas en tu cama, no escuchan tus discos ni te dedican sus canciones preferidas. Que la mayoría intentan amarte a contrarreloj y no entienden que necesitas un amor a fuego lento.

domingo, 16 de diciembre de 2012

Hay que seguir con el show

Adicta a la melancolía de este roto corazón, me caigo, recaigo. Podríamos ponernos hasta el culo de autodestrucciones. Te puedes hacer adicto a cierto tipo de tristeza, y luego te sorprendes cuando te sonríen, como si no te merecieras que alguien te dedicara un momento en sus labios. Que todos tenemos cicatrices, cicatrizamos, destrizamos. Ella te convertirá también a ti en una artista. Cuando se te quede pequeño el escenario -que parece eterno- cuenta con la tristeza, te cerrará las cortinas ante tanto dolor. Sé que solo puedes hundirte hasta el fondo, que por mucho que intentes seguir bajando saldrás a flote. Pero tú, yo. Entendía que fuera ella. Que se fuera, ella. Que seguimos intentando hundirnos en este frío, y no me abrazas.

lunes, 10 de diciembre de 2012

Desastres

Que sé que vosotros también jugabais a destrozaros por dentro. Que nosotros nos arrancábamos la piel de arrepentimiento, que se caían las paredes. Y no paraban de fumarse el aire, joder, no había manera de que pararan. Se empañaban ya las ventanas, se agrietaban las miradas. Nuestras manos estaban tan calladas, apenas oí sus pasos -y mira que gritaba, gritaba tanto- pero echo de menos su olor. Su clavícula bailaba claqués por mis comisuras. También se puede mentir sin decir nada, susurraban sus yemas por mi ombligo. Cuánto pesa este desastre, que yo solo quería compartir un café.